31 de mayo de 2018

Ironman Lanzarote'18 (la previa)


Si alguien dice que algo es Imposible quizás sea para él no para ti.


Lanzarote, Ironman de Lanzarote, solamente pronunciar sus palabras me da respeto.
Lanzarote, catalogado como uno de los Ironmanes más duros del mundo, no sólo por sus 2.500m de desnivel en sus 180kms de bici, sino por sus rugosas carreteras y un aire que castiga a todo aquel que reta a la isla.

Lanzarote, que había sido siempre una carrera a la que no me quería enfrentar, a la que muchas veces me habían dicho de ir pero nunca me sentí preparado, ni quizás esta vez lo estuviera pero tras Vitoria’17 necesitaba un cambio de chip , un nuevo reto, algo que me pusiera las pilas y el Ironman de Lanzarote lo tenía.

El año había sido duro, una dolencia en la rodilla me dejó parado casí todo enero, por trabajo tuve que estar durante febrero, marzo y abril 3 días por semana fuera de casa, por lo que tocaba tirar de motivación y ganas para completar cada día de entreno.  Esta semana más tranquilo paseaba por las calles empedradas de Setúbal  donde he pasado mucho días y pensaba, “¿aquí he preparado un Ironman? , que huevos!!”.
Con un año plagado de dificultades, 3-4 semanas del Ironman tenía la confianza de que lo iba a acabar, tenía la seguridad de que iba a cruzar esa línea de meta. Lo sabía, lo sabía pero no se lo quería decir a nadie, tenía esa certeza y tuve que bajar mi euforía porque aguantar 3-4 semanas en ese pico de motivación me iba a desgastar demasiado.

Hubo dos entrenos que marcaron esa confianza. El primero un día en bici que subí el primer Morcuera del año, yo quería ir paso a paso y subir primero Canencia y la semana siguiente Morcuera, pero Clara me dijo que fuera a por Morcuera directamente. Ese mismo día mensajes con Javi, que si subes Morcuera me voy contigo me dice, y tras un cerro le espero para afrontar el primer Morcuera del año. Ese día hablamos mucho, esas conversaciones que no llegan a ningún lado pero que aportan mucho y así sin darnos cuentas acabamo coronando Morcuera y tomando la decisión que tenía que montar un 11-30 para Lanzarote. Ese día me di cuenta que estaba más fuerte de lo que pensaba.
El segundo entreno fue una tira larga por Setúbal, 1h20 un miércoles de Champions, un miércoles donde me cayó agua como hacía mucho que no me caía, un miércoles que lleno mi confianza a tope porque disfruté y sonreí corriendo como hacía mucho tiempo no lo hacía, cargué pilas , llené los depósitos de confianza y me veía una y otra vez cruzando la línea de meta de Lanzarote.

Con esta previa viajaba a Lanzarote a cumplir un reto, a hacer lo que antes no me atrevía, no a hacer un ironman sino EL IRONMAN, a sumar mi cuarto ironman seguido, a derribar todos los muros y superar todos mis miedos, a quitarme la espina de Vitoria’17, a volver a hacer posible lo que antes era imposible, porque puede que sea imposible para ellos, no para ti.