Si alguien dice que algo
es Imposible quizás sea para él no para ti.
Lanzarote, Ironman de
Lanzarote, solamente pronunciar sus palabras me da respeto.
Lanzarote, catalogado
como uno de los Ironmanes más duros del mundo, no sólo por sus 2.500m de
desnivel en sus 180kms de bici, sino por sus rugosas carreteras y un aire que
castiga a todo aquel que reta a la isla.
Lanzarote, que había sido
siempre una carrera a la que no me quería enfrentar, a la que muchas veces me
habían dicho de ir pero nunca me sentí preparado, ni quizás esta vez lo
estuviera pero tras Vitoria’17 necesitaba un cambio de chip , un nuevo reto,
algo que me pusiera las pilas y el Ironman de Lanzarote lo tenía.
El año había sido duro,
una dolencia en la rodilla me dejó parado casí todo enero, por trabajo tuve que
estar durante febrero, marzo y abril 3 días por semana fuera de casa, por lo
que tocaba tirar de motivación y ganas para completar cada día de entreno. Esta semana más tranquilo paseaba por las
calles empedradas de Setúbal donde he pasado mucho días y pensaba, “¿aquí he preparado un Ironman? , que
huevos!!”.
Con un año plagado de
dificultades, 3-4 semanas del Ironman tenía la confianza de que lo iba a
acabar, tenía la seguridad de que iba a cruzar esa línea de meta. Lo sabía, lo
sabía pero no se lo quería decir a nadie, tenía esa certeza y tuve que bajar mi
euforía porque aguantar 3-4 semanas en ese pico de motivación me iba a
desgastar demasiado.
Hubo dos entrenos que
marcaron esa confianza. El primero un día en bici que subí el primer Morcuera
del año, yo quería ir paso a paso y subir primero Canencia y la semana
siguiente Morcuera, pero Clara me dijo que fuera a por Morcuera directamente.
Ese mismo día mensajes con Javi, que si subes Morcuera me voy contigo me dice,
y tras un cerro le espero para afrontar el primer Morcuera del año. Ese día
hablamos mucho, esas conversaciones que no llegan a ningún lado pero que
aportan mucho y así sin darnos cuentas acabamo coronando Morcuera y tomando la
decisión que tenía que montar un 11-30 para Lanzarote. Ese día me di cuenta que
estaba más fuerte de lo que pensaba.
El segundo entreno fue
una tira larga por Setúbal, 1h20 un miércoles de Champions, un miércoles donde
me cayó agua como hacía mucho que no me caía, un miércoles que lleno mi
confianza a tope porque disfruté y sonreí corriendo como hacía mucho tiempo no
lo hacía, cargué pilas , llené los depósitos de confianza y me veía una y otra
vez cruzando la línea de meta de Lanzarote.
Con esta previa viajaba a
Lanzarote a cumplir un reto, a hacer lo que antes no me atrevía, no a hacer un
ironman sino EL IRONMAN, a sumar mi cuarto ironman seguido, a derribar todos
los muros y superar todos mis miedos, a quitarme la espina de Vitoria’17, a
volver a hacer posible lo que antes era imposible, porque puede que sea
imposible para ellos, no para ti.